Con tu llegada me rompí. Suena fuerte y feo, quizás lo es, más no es tan trágico dado que sigo viva. Además supongo, que ninguna mujer que es madre puede mantenerse enterita como si nada hubiera pasado en su vida. La cosa es que, todos los días trato de pelearme contra esa ruptura, no contra ti, ni contra el hecho de estar contigo. Ahora entiendo porqué los dobles mensajes son tan esquizofrenizantes, entiendo también porqué las mamás somos las principales emisoras de ese tipo de disertaciones. Peor aún, entiendo que quien emite un discurso de ese tipo, lo sufre igual que quien lo recibe. Bebote, es complicado de entender, y a lo que quiero llegar es a que la bronca es conmigo, no contigo, mucho menos con tu luminosa existencia. Pasa que como estoy rota en varios pedazos, quisiera reconstruirme pero no sé cómo, y es muy frustrante no saber e intentarlo diariamente. Pasa también que estamos juntos y conectados, y es muy difícil, casi imposible separar las cosas, las tuyas, de las mías. Y sí, te llevo entre las patas.
Estás por cumplir dos años. Recuerdo vivamente el día que anunciaste tu llegada. Cuando te conocí me desconcerté un poco porque te imaginaba diferente, y naciste de vainilla. Te acostaron a un lado mío y dormimos agotados. Pasamos largos días en el hospital, que se hicieron una eternidad, yo quería ir a casa. El primer mes fue una locura, yo totalmente inexperta, me asustaba por todo, porque no sabía que todos los bebés vomitan, estornudan y lloran sin razón aparente. No sabía cómo bañarte, ni cómo dormirte, ni cómo alimentarte. Aprendí tantísimas cosas en tan poco tiempo, que todavía hoy me resulta sorprendente.
Bebote: no he dejado de aprender cosas contigo. Y sin duda, lo que más me ha costado trabajo es el autocontrol, ponerme freno ante el alud de emociones que me surgen de repente ante el haber tenido que hacer un paréntesis en mi vida (esa en la que no soy sólo tu mamá), responsabilizarme de ti, del compromiso implícito que tengo contigo, de tus necesidades. Es complicado y me siento profundamente sola con eso. A veces creo que soy la única loca que tiene éstas crisis ante la maternidad. Cuando escucho a las mamás de tus compañeritos de la guardería, que aparentan no tener problemas consigo mismas, que viven con sus maridos el sueño de la familia Kellogg´s, que tienen incluso, más de un hijo, y que me miran como bicho raro ante mis cuestionamientos, siento que estoy haciendo todo mal, que yo no debería de ser tu mamá y quisiera regresarte en una burbuja mágica que retroceda en el tiempo sin que nadie salga lastimado. Finalmente ése es el punto, no te quiero lastimar, sin embargo, con el corazón abierto te lo confieso, creo que a veces es inevitable. Por eso Freud dice que las madres somos las fuentes primarias de la psicopatología.
Marcos Emiliano, en tu nombre llevas el movimiento bélico y la dulzura. Jamás imaginé que el primer cambio subversivo lo harías conmigo, en mi interior. Con tu llegada se abrió una grieta en mi vida, esa hendidura me separa de la mujer que creía ser, y por más esfuerzos que hago para no dejarla ir, no puedo, cada día se aleja más y más. El problema radica en que sin ella, no sé quién ser, no sé quién soy, no me encuentro.
Dice el terapeuta que los padres nunca deben pedir perdón a sus hijos por simple orden jerárquico. Yo difiero de esa opinión. Tú no tienes la culpa de nada y los bebés penden tanto del equilibrio de sus padres, que se encuentran en una situación muy vulnerable. Lo siento, de verdad lo siento. Quisiera que me pudieras entender, pero eso no te toca. A ti solo te toca vivir, existir y dejarte llevar por mi contención. Y lo hago, te juro que lo hago lo mejor que puedo ahora, así como estoy, media rota. Discúlpame si me desespero, si me enojo y grito, si me quejo.
Marquitos, te amo, te amo como no tienes idea, no me cabe en el cuerpo el amor que siento por ti y el amor que me embadurnas todos los días. A veces imagino que te pierdo y lloro estúpidamente. Te amo, amo tu existir, todo tu ser. Sólo se trata de que tienes una mamá novata que además no se conforma sólo con ser mamá. Espero que eso lo puedas entender algún día.
2 comentarios:
No soy madre, y jamás podré saber lo que se siente, pero desde la perspectiva de un padre –que a veces namás somos espectadores– alcanzo a imaginar de lo que hablas.
Las mujeres cambian una vez que son madres.
Yo que tengo una a mi lado, que solía ser la mujer más bronca, más valiente, entrona, cabrona, hasta temeraria a veces, pero frágil como pocas; ahora es la más bronca, más valiente, entrona, cabrona, temeraria y frágil como pocas... pero diferente.
Y el asunto es que las cosas pasan rapidísimo, y no se puede poner una pausa para reagruparse y las heridas y fracturas van sanando al vuelo, y hay algunas que de plano sueldan mal, o dejan grandes cicatrices... Es dificil, en efecto. Y he ahí que está el detalle de todo, el que lo domine, el que lo entienda y dome, que avise para pasarle el título de propiedad del mundo.
Se de lo que hablas, aunque parezca que no.
Desde mi punto de vista te comprendo, y... gracias por la reflexión, hoy me doy cuenta que todos estamos hechos de lo mismo.
Ánimo, te mando un abrazo.
¡Ah qué bonitas palabras! Muchas gracias, las recibo con el corazón. ¡Qué bonito describes a la mujer que está a tu lado! Me ha servido mucho esa referencia para visualizarme diferente.
Gracias una vez más 7 palabras, es muy gratificante recibir este tipo de retroalimentación y apoyo. *_*
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