viernes, 3 de junio de 2011

Sobre el difícil aprendizaje que trae consigo el placer




“Este libro requirió una libertad tan grande que tuve miedo de darla. Está por encima de mí. Intenté escribirlo humildemente. Yo soy más fuerte que yo”


C.L.

Con esta bella nota, Clarice Lispector abre un libro que me exigió lo mismo que le implicó a ella escribirlo: libertad, elasticidad mental y una profunda introspección. Al leerlo me sumergí en una travesía tan sutil y tajante, que difícilmente pude advertir el inicio de un viaje que acabó siendo catártico y por ende, liberador.

Si pudiera hacer un instructivo para leerlo sería el siguiente:

1) Contemple las palabras que forman estas líneas lo más fenomenológicamente posible.
2) Permítase envolver por cada imagen hasta sentir como se desprenden sus pies del suelo y, no tema de los remolinos, le aseguro que existe un punto para retornar.
3) Déjese llevar sin prejuicios por todo lo que esto le pueda provocar, incluso fisiológicamente hablando.Le garantizo que una vez concluida la lectura, sus alas crecerán un poquito más.