lunes, 31 de octubre de 2011

Relaciones filiales y sus fantasmas




El fin de semana transcurrió intenso emocionalmente hablando. Lloré mucho y mi decepción fue enorme al descubrir entre las cortinas un fantasma horrible del dúo filial madre/hija. Una vez más surge y es frustrante a estas alturas tener que reelaborar introyectos de esa índole.

Renuncio a la vergüenza, y más aun si no existe ningún referente en la realidad que la sustente. Te la regreso.

Fin de semana también de hartos carbohidratos, decisiones financieras y planificación de tareas emocionales. Miles de proyectos en puerta y a cruzar los dedos, aterrizar ya.

Y de lo bonito: he estado preparando una ponencia sobre la Corteza prefrontal y su relación con las conductas adictivas y delictivas. Me encanta. Un anclaje más a la tierra.


Foto: Monika Bagalova




miércoles, 26 de octubre de 2011

Unos días sin piel.


Hay días que amanezco especialmente sensible, que de todo me dan muchas ganas de llorar, como hoy, por ejemplo, me enterneció profundamente un muchacho que llevaba su birote y le pidió al taquero que se lo rellenara con carne al pastor, sentí muchas ganas de abrazarlo, entonces pensé en diez situaciones que enternecen locamente mi corazón:

1) Que un hombre se suba al camión de transporte urbano con un bebé en brazos (más aún si resulta evidente su traslado hacia algún centro de salud).

2) Las personas que comen en la calle en su receso laboral, es decir, aquellas que con su itacate, se instalan en algún espacio de la banqueta y comen en soledad.

3) Los vagabundos, sobre todo aquellos cuyo trastorno mental es evidente e incapacitante.

4) Los albañiles que compran en la tiendita de la esquina su birote, su coca y un sedalmerk.

5) Los niños que llevan a La penal a visitar a sus padres (todavía no me acostumbro a ver la naturalidad con la que sucede en ese lugar).

6) Las personas con los zapatos rotos.

7) La mirada de los perros descalzos y callejeros.

8) Los niños de albergue (pero especialmente aquellos que aun cuando las huellas de maltrato son evidentes, piden estar con su mamá y justifican los actos de violencia de los que fueron objeto).

9) Las mujeres que torpemente portan altísimos zapatos de tacón pretendiendo ser femmes fatales, y que en realidad parecen equilibristas frustradas.

10) Los eternos solitarios que no renuncian a buscar el amor.

Algunas veces cargar con una sensibilidad a flor de piel me distorsiona, cuando era niña me causó muchos problemas, me sentía indefensa. Ahora he aprendido a manejarla, además me he entrenado para intelectualizar muchos fenómenos, de lo contrario ya habría enloquecido en mi trabajo, en el que escucho a diario historias que bien son dignas inspiradoras de guiones cinematográficos. J. dice que mi faceta depresiva me convierte en una mujer muy interesante, y no lo dudo, pero también llego a dar mucha hueva, por eso mucho me lo cuento a mí misma, en la noche, cuando mi bebé duerme y pienso en todo lo que me impresionó del día, a veces hasta dedico alguna oración, que yo misma me invento y pido por todos aquellos que de alguna u otra manera, alcanzan a hacer este mundo un poco menos hostil.

Foto: Neil Craver

jueves, 20 de octubre de 2011

Aterrizaje



1)
El exceso de pendientes laborales ha logrado que mi cabecita alcance un alto nivel de incertidumbre. Entre realizar informes detalladísimos del congreso al que amablemente me comisionaron (lo cual no me provoca molestia alguna, al contrario) y el ponerme al corriente por mi ausencia en la oficina, he logrado entrar en una sintonía acelerada que me disgusta mucho, sobre todo porque no alcanzo a concluir las miles de cosas que dejé a medias, a pesar de la sensación de que no me he detenido ni un instante.
2)
He tenido miedo y sigo aquí, en el “albergue” después de la incontinencia que provocó mi propio huracán. Por una parte mi economía se encuentra en estado de shock, por otra, el temor a la soledad me detiene y sé, que no hay más que abrirle la puerta para disiparlo, pero heme aquí, paralizada. Además soy catastrofista, ya que voy de bajada hacia la realidad, tengo una capacidad impresionante para imaginar lo peor, como cuando horneo pasteles y me pongo a pensar que la estufa estallará en cualquier instante.
3)
Y hablando de explosiones, necesito un cilindro de gas, será mi nuevo anclaje a la realidad, y es que no quiero tener frío, nadie se merece una hipotermia y mucho menos acabando de empezar.
4)
También quiero un nuevo trabajo. A pesar del agradecimiento que siento por el actual, empiezo a experimentar muchísima aversión al estar tan cerca de la mierda humana, ya no más historias de terror por favor.
Imágenes: rumbo a Ocotlán, Jalisco. Y es que me encantan las flores de baldío, me parecen de un cinismo maravilloso.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Mi Viaje




Cuando me entregaron el pasaporte para emprender mi anhelado viaje lo confirmé: mi rostro ha endurecido terriblemente en los últimos años, adquirí una especie de mirada oscura y una quijada de señora iracunda fatal, dejé de gustarme en las fotografías.
Lo inesperado fue, que este viaje resultó ser una especie de luna de miel conmigo, mi compañero, gracias a Dios, desapareció la mayor parte del tiempo y yo, con tantísimo tiempo para estar con mi soledad, me volví a enamorar de mí. Sé que suena bastante narcisista, pero he de decir en mi favor que se trata de un narcisismo emergente, porque de lo contrario acabaría pegándome un tiro.
Recorrí una nueva extensión de mi cuerpo, mis piernas se movían con tanta certeza que parecía haber regresado a un lugar altamente conocido, abrí mis ventanas, intercambié mucha luz. Cuanta falta me hacía esto, desde que soy mamá había olvidado qué se siente ser yo sin un hijo y estoy tan agradecida que no me cabe en la piel la excitación de volar. Anduve muy cachonda y hasta me di el lujo de dejar un corazón roto en la ciudad.
Cuánta belleza y cuánta libertad. Espero que no se rompa, que no se vaya nunca.
Imágenes: de Mi Viaje hacia la hermosa Barcelona. Hoy que saqué la pijama de mi maleta, percibí el olor del hotel y me la restregué en la nariz para no olvidarlo nunca.

martes, 11 de octubre de 2011

Proyecto de vida a los treinta y uno.


Hice un largo paréntesis en mi vida y en un mes viví un poco suspendida en la formación de miles sueños. Ahora, una vez que retorné del viaje que acabó por ser el broche de oro con el que cerré mi receso emocional, no sé por dónde empezar. No quiero caer en la autocompasión pero mirando mi nueva casa (que no he habitado aún) y al contemplar su enorme vacío, siento mucho vértigo y quisiera dar marcha atrás. Para colmo una tentadora propuesta me hace ojitos, pero esta implica, retroceder, quizás no al mismo punto, pero sí al lugar que originó este movimiento. Y la verdad es que no quiero, más no sé si me podré mantener con los costos que implica mi proyecto.


¿Será muy descabellado renunciar a todo para buscar un poquito de ligereza existencial? Y es que en los últimos meses el peso de vivir de aquella manera empezaba a ser insoportable ¿qué necesidad tengo yo de seguir en el borde? Ya no, no me sienta bien rozar tres veces por semana la frontera de la cordura, eso envejece bastante. Ahora quiero, necesito, estar más de este lado y sentarme a contemplar la ventana mientras agarro aire para seguir caminando.



Insisto: no quiero caer en la autoconmiseración, pero mi nueva terapia es ir a las mueblerías y construir castillos en el aire, imaginar cómo iré amueblando poco a poco mí casa, mi refugio existencial. Quiero una cama de reina y un sofá para recibir visitas, quiero muchas plantas en la terraza y colocar ahí mismo un comedor con un mantel floripondio para desayunar los domingos cosas dulcísimas, quiero que todos los días huela a café por las mañanas y comprar un puf a mi bebé para ver la tele, ver películas hasta la madrugada, hacer ciclos de cine bonito y compartirlos, tener un silloncito para leer, con una bonita lámpara. Quiero limpiar ese lugar con música de fondo, cocinar tranquilamente sólo cuando me dé la gana, invitar a mis amigas y revivir las hermosas sobremesas a carcajada abierta, dormir en paz, despertar contenta, como antes, como yo ¿de verdad es mucho pedir? No creo.