miércoles, 26 de octubre de 2011

Unos días sin piel.


Hay días que amanezco especialmente sensible, que de todo me dan muchas ganas de llorar, como hoy, por ejemplo, me enterneció profundamente un muchacho que llevaba su birote y le pidió al taquero que se lo rellenara con carne al pastor, sentí muchas ganas de abrazarlo, entonces pensé en diez situaciones que enternecen locamente mi corazón:

1) Que un hombre se suba al camión de transporte urbano con un bebé en brazos (más aún si resulta evidente su traslado hacia algún centro de salud).

2) Las personas que comen en la calle en su receso laboral, es decir, aquellas que con su itacate, se instalan en algún espacio de la banqueta y comen en soledad.

3) Los vagabundos, sobre todo aquellos cuyo trastorno mental es evidente e incapacitante.

4) Los albañiles que compran en la tiendita de la esquina su birote, su coca y un sedalmerk.

5) Los niños que llevan a La penal a visitar a sus padres (todavía no me acostumbro a ver la naturalidad con la que sucede en ese lugar).

6) Las personas con los zapatos rotos.

7) La mirada de los perros descalzos y callejeros.

8) Los niños de albergue (pero especialmente aquellos que aun cuando las huellas de maltrato son evidentes, piden estar con su mamá y justifican los actos de violencia de los que fueron objeto).

9) Las mujeres que torpemente portan altísimos zapatos de tacón pretendiendo ser femmes fatales, y que en realidad parecen equilibristas frustradas.

10) Los eternos solitarios que no renuncian a buscar el amor.

Algunas veces cargar con una sensibilidad a flor de piel me distorsiona, cuando era niña me causó muchos problemas, me sentía indefensa. Ahora he aprendido a manejarla, además me he entrenado para intelectualizar muchos fenómenos, de lo contrario ya habría enloquecido en mi trabajo, en el que escucho a diario historias que bien son dignas inspiradoras de guiones cinematográficos. J. dice que mi faceta depresiva me convierte en una mujer muy interesante, y no lo dudo, pero también llego a dar mucha hueva, por eso mucho me lo cuento a mí misma, en la noche, cuando mi bebé duerme y pienso en todo lo que me impresionó del día, a veces hasta dedico alguna oración, que yo misma me invento y pido por todos aquellos que de alguna u otra manera, alcanzan a hacer este mundo un poco menos hostil.

Foto: Neil Craver

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