miércoles, 27 de julio de 2011

Mudarse en tiempo de lluvias (a veces no queda de otra)







(...) Puse un fajo de fotografías en un sobre, lo pegué, lo até con una cinta y lo metí en el fondo del cajón. De vez en cuando, saco el sobre, lo toco, bajo las yemas de los dedos siento el dolor y sé que todavía no es hora de abrirlo. Pero un día, cuando el dolor desaparezca, lo abriré, miraré las fotografías y las clasificaré en el álbum. Las seleccionaré atentamente, las colocaré con esmero cuidando de que no se me escape ningún error. Me sentaré en esa ocasión junto al cristal de la ventana contra el que golpearán las primeras gotas de lluvia otoñal...

Dubravka Ugresic, “El Museo de la Rendición Incondicional”





¿Ya lo sentiste?, comienza el desprendimiento, el tiempo se llena de color sepia y la piel suelta más partículas de lo acostumbrado. Todo pareciera explotar silenciosamente como endometrio que todavía no recibe a un blastocito para darle alojamiento. Se eriza la piel y puede resultar un buen momento para encender el caldero, ojalá que sea verdad, que existan árboles que abrazan el dolor, que existan huevos que se llevan los embrujos, que siempre haya una posibilidad para volver a iniciar.
































Imágenes de algún viaje, de ésos que inexplicablemente jamás se repetirán.

martes, 26 de julio de 2011

Muñecas de tianguis








Me busco, intento localizar referentes, mis propios parámetros y espejos, mis estadísticas. Y no puedo evitarlo: me sigo perdiendo. Quisiera no intentarlo (el buscarme) en otras personas, en otras mujeres, que como yo, caminan día con día pero ilesas, perfectas y luminosas como mariposas irradiando soles. Yo muchas veces me siento oscura, perecedera e imperfecta como una noche seca, de ahí mi extraña fascinación por las muñecas rotas, desarticuladas y un poco enfermas, de ahí mi necesidad de reciclar (rescatar) juguetes en los tianguis y ventas de cochera, me perecen más reales, más posiblemente-míos, menos celestiales. Desconfío (una vez más) muchísimo de los personajes intachables.

La Winehouse murió, una de mis muñecas, no rota, sino destazada, favoritas. Haré un campito íntimo alguna noche de éstas y me tomaré una botella de tinto en honor de su imperfección, que artificial o no, llevó hasta las últimas consecuencias.











Imágenes: tres de mis muñequitas de albergue y mi canción favorita de la Winehouse, con esta canción me dio una mala copa en soledad digna de recordarse memorablemente.