Tuve una pesadilla: estaba intentando excitarte y me acercaba a ti, sacaba tu pene para introducirlo en mi boca, pero éste cortaba, era punzo cortante como un hueso de animal, y cada vez que trataba de meterlo entre mis labios, me lasceraba. Yo, incauta, buscaba otro tipo de estrategias para seducirte mientras burlesco, te reías. De repente, de reojo la veía pasar a ella, la bruja que vivía en la habitación del fondo, la que hacía llorar a M. todas las madrugadas y, como una revelación fugaz, lo supe: es momento de pelear por lo que me pertenece, antes de que sea demasiado tarde.
Fotos: Lucie Kout
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