miércoles, 22 de febrero de 2012

Miércoles de ceniza.



Mi carnaval

Llevar la carne hasta sus últimas consecuencias y extenderla sin limitaciones. Explotar hasta el agotamiento todo lo que quedó por haber abastecido en exceso la cabeza, la boca y el corazón.

Este ciclo parece fenecer, ya es tiempo. No por juzgarse una misma desde el sesgo moral, ni por arrepentimiento, mucho menos por culpa. Se trata de estar en paz, de comenzar a desechar aquellas cosas que vienen sobrando, sobre todo ésas cuyo estado ineficaz se ha pretendido ignorar. Todo, todo se acaba. Es el precio por existir en esta dimensión, tan concreta y  limitada.  

El perdón

Cuando pienso en él, llego a la conclusión de que la única manera de estar juntos, es dejar de ser humanos: equivocados y determinados. ¿En qué dimensión podríamos coexistir tranquilos? Lo he soñado, que estamos protegidos por una especie de burbuja, derrochando un amor tan puro que encandila. Y sé que no es posible, que la imposibilidad se origina de una negación total a hacer las cosas bajo otra metodología, a renunciar a un patrón lógico y absurdo -como el de los rombos de la cáscara de una piña-, que al mismo tiempo reconforta con su familiaridad.

Mi oración

Merezco esa extensión que me permita existir indeterminada, aunque sepa que estoy hecha de polvo y que moriré. Me sé digna artífice de un bello sacrificio. Así, sin distorsiones punitivas, de trasladar hasta el punto de lo sagrado todo lo que soy.





viernes, 17 de febrero de 2012

Coserme y descoserme una y otra vez.

Hay días en los que siento como si  trajera una bola de estambre enredada en el pecho. La imagino de mil colores y quisiera abrirme un orificio para sacarla, como  deshilachar un chaleco que pesa. Y tejer algo nuevo y más liviano, no tan abrumador.  

jueves, 16 de febrero de 2012

El eterno retorno de los juegos perversos.


Hoy recibí una desconcertante solicitud de amistad en el feisbuk. Lo desconcertante radica en que proviene de una persona de mi pasado más remoto y pertenece a un periodo de mi vida que no me gusta recordar. Lo interesante para mí, que me encanta encontrar significados en todas partes, es que haya aparecido justo en este momento, ahora que me encuentro tratando de desenmarañar los nudos que quedan pendientes en mi historia. Ella representa justo aquello que me es difícil enfrentar. Con su inesperada aparición recuerdo mi punto más vulnerable.


Cuando era niña ella era mi mejor amiga, andábamos juntas para todas partes. Nos contábamos secretos, hacíamos travesuras, nos preguntábamos las mismas cosas acerca del misterioso mundo de los adultos, jugábamos todas las tardes, los fines de semana y en las vacaciones. Lo malo era, como en los cuentos infantiles, que tenía una mamá verdaderamente bruja y, esa madre-bruja, me odiaba. Su argumento para odiarme era que yo resultaba una mala influencia para su hija quien, según ella, hacía todo lo que yo quería. Lo gacho de todo esto, es la manera como la señora manifestaba su desagrado hacia mí, pues en repetidas ocasiones mi amiga me dejaba sola con ella para que yo escuchara una sarta de idioteces en mi contra. Yo, honestamente, en esos instantes me bloqueaba a tal grado que casi no recuerdo todo lo que me decía. Sin embargo me acuerdo que mi amiga se iba, me dejaba a solas con su madre y me encerraba en algún cuarto para reclamarme, regañarme o amenazarme. Yo aguantaba hasta el final, hasta que decía: “y no le digas nada de esto a tu mamá”. Verdadera tortura psicológica.


Nunca le dije a mi madre en ese momento, sin embargo decidí alejarme por completo de esa familia. Muchos años después, sé que han preguntado por mí y yo me he escabullido, porque me prometí eliminar por completo de mi vida a toda aquella persona con la que pueda sentirme al menos levemente abusada.


Ahora, como adulta, puedo entender que mi amiga en cuestión, era tan solo una niña, que quizás no advertía la magnitud de la situación en la que me ponía al entregarme a las garras de su desquiciada madre. Imagino que la loca, se valía de alguna estrategia para convencerla y justificarse ante ella. Más nunca encontraré respuesta que sustente el comportamiento abusivo y cobarde de la única adulta involucrada en esta historia y menos ahora, que yo soy una mujer y ya no más la niña vulnerable de entonces.


Lo confieso: he tenido ganas de vengarme (solo de la mujer histérica). De hacerle pasar algunos minutillos de terror psicológico como los que ella me hacía pasar, algo como algunas llamaditas telefónicas, anónimos, jueguitos de esa calaña. Sin embargo, creo tanto en las leyes karmáticas que he preferido dejárselo a la vida, finalmente las personas como ella, suelen cavar solitos su propia tumba.   


En lo que a mí respecta, me quedo con el duro aprendizaje del autocuidado, de no volverme a quedar callada, de defenderme y sobre todo, de desechar de mi vida a toda persona tóxica que pretenda violentarme. Sea o no rencor, no me interesa que ella regrese a mi vida, ni siquiera de manera virtual. No por quién es, finalmente ya ni la conozco, sino por lo que me representa: ese depredador que si bien no se puede aniquilar definitivamente, vale más tenerlo enjaulado.



martes, 7 de febrero de 2012

Bichos nefandos, terapeutas nuevos.


Después de unos días verdaderamente intensos, logré descansar un poco y relajarme con el fin de semana largo. Estuve recibiendo visitas cuya compañía resultó muy terapéutica y estoy bastante agradecida con ellos. El domingo logré vencer dos miedos: pasar una noche con mi bebé en completa soledad en nuestra nueva casita y matar una cucaracha. Sólo quien ha vivido conmigo sabe de mi profunda fobia hacia ese nefando bicho y, sólo quien ha vivido conmigo entiende las implicaciones de semejante bichocidio.


Y hablando de fobias, hoy estrené terapeuta. La colega anterior decidió que requería de otro tipo de empujón y heme aquí, ante un espejito diferente que me enseñará una nueva perspectiva de mí. Para ser la primera sesión estuvo bastante fuerte, me siento aporreada físicamente. Ya lo veía venir, la verdad es que no es para menos dado el peso del costalito emocional que he cargado en los últimos meses. He de confesar que tenía mis dudas ante el cambio, también confieso que soy bastante soberbia y exigente con los compañeros de profesión y más si se trata de ponerme en sus manos. Sin embargo, estuvieron tan cabrones los chingadazos que decidí aguantar, este proceso promete bastante.


Dos tareas psicoterapéuticas para esta quincena: renunciar a las migajas, a las dádivas condicionadas. Quien me quiera regalar algo, que me lo dé como va, sin chantajes ni manipulaciones; de lo contrario, no quiero nada. Y, dejar de evadir el conflicto, sacar los dientes, afilar las uñitas, en pocas palabras: hacer del coraje mi mejor aliado, porque de cualquier manera acabo haciendo unos berrinches absurdos con los que muy poco he conseguido. Mejor de una vez le entro a los putazos, total, ya no se puede ocultar el brincoteo ante esta superficie llena de baches.


Fotos: alguna vez trabajé en una sesión de psicoterapia con arenero, el resultado fue maravilloso, un mapa mágico de mis deseos. A ella, esa terapeuta hermosa, le estoy muy agradecida. Me le cuadro donde la vea, como colega y más como paciente.


Y… la nostalgia invadió mi corazón con las visitas recibidas. Fangoria es un punto recurrente e inevitable en esos momentos:


  


Entre mil dudas by Fangoria on Grooveshark