martes, 12 de mayo de 2009

My own Guilles de Rais...


Desde hace como año y medio estoy en proceso psicoterapéutico con una mujer que en verdad admiro mucho por su gran pulcritud técnica, ella es sencillamente majestuosa para el manejo de la teoría aplicada a la práctica; sin embargo de repente recurre a estrategias bastante surrealistas para trabajar conmigo y, supongo que lo hace en general con todos sus pacientes. Por ejemplo, me dejó de tarea leer el cuento de “Barba Azul”, mas no la versión original de Charles Perrault, sino la adaptación que viene en el libro “Mujeres que corren con lobos”, cuya autora es Clarissa Pinkola Estes.
Pues bueno, una vez leído dicho texto, la encomienda fue identificar el depredador interno que perdura en mí, aquel homicida intrínseco que resguardo y alimento fiel e inconscientemente para hacerme daño y, que se manifiesta de manera muy explícita en actitudes completamente cotidianas, tan cotidianas que resultan casi imperceptibles. Mmm, sé que es bastante metafísico el asunto, pero me di a la labor de hacer la siguiente lista que finalmente resulta bastante reveladora:

1) He saboteado mi titulación de la maestría gastando toda mi energía, atención y tiempo en depresión, desidia, fiesta y desorden.
2) Me cuesta trabajo darme prioridad ante ciertas situaciones, incluso a veces omito mis necesidades para evitar conflictos con los demás.
3) He dejado varios de mis sueños suspendidos, tales como mi proyecto teatral, mi clínica de psicoterapia con perros, mi tesis.
4) A veces me desagrado tanto que no quiero ni salir a la calle.
5) A veces me siento muy tonta en comparación con otras personas, principalmente ante otras mujeres.
6) Me he llegado a sentir horrible y gorda.
7) Algunas veces desconfío de mí, de las decisiones que tomo, de la manera que trabajo con mis pacientes, de lo que hago.
8) Cada que tengo qué recurrir a la agresividad para defender algo que sé que me pertenece, me amedrento.
9) Suelo dejar miles de cosas inconclusas que después me implica un desgaste terrible el saber que las tengo que concluir.
10) Por lo general me he relacionado con sujetos descalificadores cuya misoginia de clóset brota a la menor provocación.
11) Suelo depositar mi poder en la aprobación de algunas figuras masculinas.
12) Mis ansiolíticos favoritos son la comida, el alcohol y el sexo.
13) He utilizado muchas veces mi sexualidad para llenar huecos existenciales.

Chale, es bastante triste pensar que dentro, en lo profundo de mi cabecita loca existe una especie de
Guilles de Rais que de alguna manera detona impulsos autodestructivos. Y sin embargo sucede, algo pasa que de repente soy mi peor enemiga. ; _ ;

Pues bueno, espero que la incitadora de la realización de semejante listado flagelador, tenga una manera amable de encausarlo, porque de lo contrario, el paso siguiente será cortarme las venas. O una súper, súper peda.

4 comentarios:

leeleean dijo...

Clarissa Pinkola y Jean Shinoda se me hacen lo máximo. Y aunque mi terapeuta maneja otras técnicas, he llegado a casi las mismas conclusiones que tú sobre mi conducta, estoy impresionada, ¿será un patrón condicionado de las mujeres de nuestra era?, no sé, tú eres la psicóloga, ¿cierto?, jaja.
Un gusto haberte encontrado.

Mandarina Concupiscente dijo...

Ahora que lo mencionas, es cierto, parece un mal de nuestro tiempo, sobre todo entre las que andamos tratando de trazar un camino menos radical entre la autonomía y la necesidad de protección. :( chale.

Y pasando a otro tema, el gusto es mío, es un honor haber recibido tu visita. Gracias.

mariana m* dijo...

Yo ya no voy a terapia ahora, estoy pensando en volver, pero comparto los mismos ansiolíticos y me siento mal, mal, mal por eso todo el tiempo sin tener en cuenta que no lo debería hacer porque simplemente es un continuo, un normal en mi persona. En fin. Un gusto leerte ;)

Mandarina Concupiscente dijo...

El gusto es mío al recibir tu comentario, parece que somos varias las que padecemos este mal, también eso es reconfortante. Gracias.