Encontré unas fotos de Thomás (el
gato). Desde ese día he estado muy triste. Nadie como él conoce la historia. Fue
mi testigo frágil, mi cómplice mudo.
Thomás se fue, huyó antes que yo
como doloroso presagio. Recordé aquellas noches en las que encerrados en la
habitación intentábamos dormir, tensos, desvelados por el asecho amenazante
tras la puerta.
Jamás quiero volver a vivir algo
así. Nadie lo merece, no hay ganancia que lo sustente, ni amor real que lo
amerite. Jamás.
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