lunes, 16 de abril de 2012

Mandarina enjaulada.

Últimamente es prácticamente imposible tener tiempo para mí. Hay días en los que hasta para ir al baño tengo que ingeniar una estrategia para que mi bebé no se ponga en riesgo mientras yo estoy satisfaciendo necesidades biológicas. Casi no tengo chance para leer y cuando Marcos se duerme, yo termino tan cansada, que apenas con las tres primeras líneas de un párrafo, quedo completamente dormida. Llegan los fines de semana y la neta me da igual, para mí es la misma chinga agotadora. Si tuviera mucho dinero, juro que pagaría por una buena niñera que me hiciera el paro por lo menos una vez a la quincena para poder salir, ir al cine, enfiestarme o simplemente tomarme un café gozando de una buena lectura o charla. Pero no lo tengo y no es tan fácil como pudiera parecer. A veces, me siento como animal enjaulado. Así es que ni pensar en un novio ¿a qué horas?, no podría y eso me pone triste, me frustra, todo en general, no solo lo del novio.



Hace algunos días me enviaron a un municipio de estas tierras jaliscienses, cuyo territorio cuenta con una bonita playa, y yo, que aprovecho para alargar un poquito la misión laboral y quedarme un día más, la verdad fue maravilloso. Sin embargo no pude evitar cargar con la culpa de la mentirilla que dije a mi madre para que cuidara a mi bebé en mi ausencia. Por otro lado, sé que si hubiera dicho la verdad, no me habría apoyado, ni ella, ni nadie.

Sí. Es solo cuestión de tiempo y paciencia, pero qué pinche difícil es.







Foto: de una tarde de hedonismo total, quizás la primera desde hace más de dos años. Cuánta risa, cuánto placer.

1 comentario:

el7palabras dijo...

Chale. Si en pareja es difícil, no lo imagino sola.
Pero está bueno, no vendas tu independencia a ningún precio, ni con la madre ni con nadie, porque eso pasa -lo juro- y en algún momento uno puede soltar la manita, el piecillo, y después, ya estás de nuevo en el juego. Paciencia, pues.