viernes, 30 de diciembre de 2011

Aliciente cachondo


Tengo un amigo “más allá del bien y del mal”. Con él he compartido tanto la mesa como la cama sin que ninguna de dichas acciones implique compromiso alguno. Lo curioso de la relación, es que nunca hemos coincidido para estar completamente disponibles y relacionarnos de una manera más profunda. Y conforme va pasando el tiempo y nos conocemos mejor, esta posibilidad se va esfumando con mayor claridad. Y no pasa nada.

Ahora en mi situación, me ha apoyado muchísimo. Él se divorció hace un par de años y me entiende a la perfección. Me encanta porque que es el tipo de persona que se resiste a dejarse caer al abismo sabiendo que todos los días vive al filo de éste. Yo creo que habemos personas depresivas conscientemente, incluso exhibicionistamente; pero las hay también “oscuras de clóset”, que se empeñan en negar a toda costa su naturaleza meláncólica, pensando ilusamente que eso los salvará del desamparo existencial. Y quizá este acto no tiene un pelo de iluso, finalmente la vida también se marca por la actitud. Pero en fin, lo importante es que él, por sus características, más que reconfortarme siendo (casi siempre que se prestan las circusntancias), un compañero de erotismo de alto nivel; lo es más bien en la oscuridad, dejándome ser sin cuestionarme, una “muñeca rota” y, aunque él se jacte de ser todo un “Ken”, yo sé, como nadie, que guarda un “Max Steel” fracturado debajo de su colchón. Por eso me rescata cada que puede hacerlo y yo, reivindico en mi interior, con su amorosa complicidad, el arquetipo masculino con el que he vivido tan conflictuada.

Ahora mi amigo tiene una nueva novia, y por esa razón sólo compartimos la mesa el otro día por la mañana. Pero cerramos un pacto de rehabilitación, que consiste en apoyarnos para no recaer con nuestros respectivos “exes”, algo como lo que hacen los A.A, con la diferencia de que nuestros alicientes son de tipo erótico, y me regaló el juguetito de la foto, como estímulo de mi buen comportamiento y disciplina en mi psicoterapia. En cuanto a él, quedamos en que, cambiaré de tópico sus premios, así es que buscaré algún regalito que le pueda gustar mucho. Por lo pronto, yo salí ganona y una vez más le estoy sumamente agradecida.


Foto: mi kit rojísimo para iniciar el 2012, con mucho amor, baile, dulzura y placer.



Tres tristes tigres by Nosoträsh on Grooveshark

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mamá grinch


Siempre he sido media Grinch, pero la verdad, nunca me había pesado tanto esa característica de mi personalidad, como en este año. Me duele no ser la mamá que decora con devoción la casa de adornitos navideños y pone villancicos cada día. Lo intenté, pero todo está carísimo y aun requiero comprar artículos de primera necesidad como un bote de basura para la cocina y el baño, cubiertos y un escurridor de trastes. Mi consuelo es que M. aún es muy bebé y espero que aún no tenga consciencia de mi carencia de espíritu navideño. También espero que el próximo año mi depresión esté superada.

Me frustra que mi aguinaldo y el “mísero bono” (que me dan por arriesgar mi vida y cordura cada día en mi trabajo) no me hayan rendido más que para saldar deudas. Divorciarse sale caro en todos los sentidos, lo peor es que no me alcanzó para comprar la recámara que tanto deseo, tendré que esperar. Al menos tengo un bello lugar para dormir y no como otras, que al armarse de valor el único refugio con el que cuentan es un frío albergue para “mujeres violentadas”. Cuando pienso en ellas, mi corazón se comprime y lanzo al viento mis deseos más sinceros de que les vaya bien en la vida.

Y bueno, en el afán de sentirme mejor, tengo tareas psicoterapéuticas: inaugurar mi casita, apropiarme de ella como una verdadera reina. Así es que haré una pijamada con una amiga y veremos pelis de terror en su compu (ya que no tengo tele), también invité a comer a mis mejores amigos del trabajo y mañana haré una mini posada con las mujeres de mi familia. Sí, lo que sea, hasta pararme de cabeza para rehabilitarme.
Foto: Natasha Gudermane

domingo, 11 de diciembre de 2011

Aprendizaje o el duro proceso de los putazos existenciales



Aprender a vivir a través del placer es una tarea muy difícil. Esta semana tuve tres inolvidables lecciones que sé, me marcarán para el resto de mi vida, y qué duros estuvieron los putazos.
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Hay días en los que me siento cubierta por una segunda capa de piel, pesada y dolorosa, quisiera que existiera un rastrillo o cera que me la desprenda porque, en serio, no me ha dejado vivir en paz.


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Hace muchos años tuve un novio con el que duré ocho años, la cuarta parte de mi vida, en aquel entonces. Él decidió continuar sus estudios en Alemania y, con muy poco tiempo de anticipación, me anunció su futuro. Y yo, para mitigar el dolor, me armé una fantasía en mi cabecita en la que él padecía una enfermedad en fase terminal, así cuando se fue, imaginé que había muerto para soportarlo. Después supe que había cometido mi primer asesinato psíquico (según términos de Igor Caruso). Ahora planeo mi segundo homicidio.

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Y por otro lado: mis pies en la playa. A pesar de tantas adversidades, me fugué este fin de semana con mi hijo y una amiga, gracias a un golpe de suerte que me permitió ganar este viaje, con motivo del día de las madres en mi trabajo (y que hasta ahora pude aprovechar), regalos de la vida.